Hace justo un año, lo que para nosotros era un sueño, un sueño de toda una vida, se hizo realidad en lo alto de aquella montaña del Norte de India: Shimla quedará para siempre en la memoria.
Entre el 21 y el 31 de marzo de 2019 se celebró en el Norte de India una de las pruebas de las Adventure Race World Series, y como no podía ser de otra forma, allí nos fuimos. Un equipo muy joven e íntegramente gallego: Xoel, Jota, Mar, yo y nuestro “Team Media” Abel Chamorro.
Después de un largo viaje llegamos a Delhi. Aprovechamos para ir un día antes y, ya que estábamos al otro lado del globo, ir a ver una de las siete maravillas del mundo, el Taj Mahal, y conocer un poco Delhi. No voy a detenerme mucho en esta parte, pues habría historia como para escribir otra crónica. Para mi Delhi, describiéndolo en pocas palabras es: CAOS, gente y más gente.
Por la tarde del día 22 la organización nos recogía en el hotel de Delhi, unas fotos con unos patrocinadores y nos poníamos rumbo al norte de la India, a Manali. Se encontraba a 550 km y tardamos casi 20 horas de autobús, toda una odisea. Carreteras que se derrumbaban hacia el río, baches, desprendimientos de tierra…. ¡¡¡empezaba la aventura!!! Al mediodía llegamos a Manali, lo que en teoría era una ciudad turística a las puertas del Himalaya, rodeada de montañas de más de 4000 m. Lo vendían como el Chamonix europeo, o Benasque en España, pero no, bastante alejado de lo que nosotros tenemos en mente, seguía la tónica habitual de India, gente, suciedad, casas humildes, carreteras rotas…. Eso sí, el hotel donde nos alojábamos era de 10.
Una vez acomodados tocaba empezar a romperse la cabeza con la preparación de todas las cosas para la carrera, brieffing, pasar el control de material, bicis en su caja, y pintar los mapas de la primera sección. ¡¡Qué mapas!! ¡¡Qué miedo daban!!
Sábado 23 de marzo, nos levantamos temprano pues nos darían la salida a las 8:30 de la mañana y aún teníamos que desplazarnos en autobús. Mientras desayunamos nos dicen que la salida se retrasa porque hay mucha nieve y están limpiando la carretera. Los retrasos en esta carrera serán una tónica habitual, los hindús van a su ritmo… nos echamos a dormir un rato. Un par de horas después nos ponemos rumbo a la salida, en una carretera que sube a un puerto de montaña.
Montamos las bicis y calentamos un poco. La mañana estaba fría y estábamos rodeados de nieve, mucha nieve, solo la carretera estaba ausente del manto blanco. Se respira la tensión, no solo de los otros equipos sino en nosotros mismos. Nos quedaban por delante 4 días de carrera, 450 km y mucho, mucho desnivel en un terreno totalmente nuevo para nosotros y que seguramente nos pondría a prueba física y mentalmente. Nos reunimos los 4; abrazos; consignas de fuerza; equipo y apoyo mutuo; somos uno, si uno falla, fallamos todos, si uno no puede, entre todos lo ayudamos. ¡¡¡VAMOS!!!
Nos plantamos bajo el arco de meta, primera sección 61 km de BTT. Empieza la cuenta atrás: 3,2,1…. Se da el pistoletazo de salida, ya no hay vuelta atrás, se van los nervios iniciales, toca disfrutar.
La carrera empieza a una velocidad vertiginosa bajando por el puerto de montaña esquivando coches, gente, vacas, agujeros de la carretera, no hay miedo. Los equipos aprietan como si de una carrera corta se tratara, hay que apretar, no podemos distanciarnos. Pasan los kilómetros y dejamos a nuestras espaldas Manali en dirección Sur. A media sección había una prueba especial, una gran tirolina que hacemos Xoel y yo. Cruza un gran valle de un lado a otro, estamos rodeados de grandes montañas todas nevadas, la vista es espectacular.
Volvemos a las bicis, toca seguir bajando en hacia el río, un pequeño porteo en una bajada muy rota, cogemos la carretera y llegamos a la transición.
En el primer rápido grande que tenemos, nos bebemos un buen trago de ese magnífico y limpio río…. Seguimos avanzando entre tropezones, choques contra rocas y algún que otro sustillo cuando en un rápido me caí de la balsa junto a uno de los dos guías, el agua estaba muy muy fría. (Si, todas las embarcaciones llevaban guía).
Jota va delante buscando el camino cuando resbala, se desliza de culo por una roca y se desploma al vacío. Desde nuestra posición solo vemos como desaparece en la oscuridad con un grito y un PUM al llegar al suelo. Nos dice que está bien pero que se le cayó el frontal. Intento bajar a ayudarlo, es entonces cuando también me resbalo por la ladera unos metros hasta donde estaba Jota. Ambos hemos llevado un gran golpe pero estamos bien. Ayudamos a Mar y a Xoel a bajar hasta donde estamos. No podemos estar allí, es peligroso, hay que salir cuanto antes.
Con cautela pero sin parar salimos de aquella arista traicionera, empiezan a caer unos copos de nieve y empezamos a encontrarnos con otros equipos, todos estamos medio perdidos, el mapa nos aporta muy poquita información allí en medio de aquellas grandes montañas. Vamos para un lado, para otro, bajamos, volvemos a subir. El rumbo es bueno, ¡el camino tiene que aparecer! Allí al fondo, allí abajo, ¡si! ¡Es el camino!! La alegría nos invade, ¡venga chicos! Vamos bien.
Tenemos la baliza en un templo, solitario y en medio de las montañas con un lago a sus pies y rodeado de nieve. La picamos y nos vamos siguiendo el camino, tenemos que ir con ojo para no desviarnos más adelante y coger el que nos lleve a la transición. Llegamos a un camino ancho, parece bueno, bajamos, bajamos, bajamos. Una ese para un lado, para otro, seguimos bajando hasta llegar a un cruce. Nos encontramos un equipo y nos preguntan dónde creemos que estamos, le indicamos y nos dicen:
-No, no, desdoblar el mapa.
Desdoblamos el mapa y nos indican el cruce ¡estábamos lejísimos de donde pensábamos que estábamos! ¡MALDICIÓN! No queda otra que seguir. Tomamos el camino hasta que se acabó y empezamos a bajar por un antiguo camino casi vertical, casi inexistente. El cielo empieza a coger tonos claros, en unos minutos se hará de día. Nos encontramos alguna casa aislada, solitaria, seguimos bajando hasta llegar a un pequeño río, y del río a la carretera. Cogimos la carretera un par de kilómetros, y llegamos a la transición. Pensábamos que iríamos últimos después de la gran pifiada que habíamos cometido, pero para nuestra sorpresa la organización nos dice que vamos 6º y los 5º, un equipo francés, estaba saliendo cuando llegamos. – ¡Ni tan mal, vamos chicos!!
En la cuarta sección tendríamos que remar durante 10 km pero nos indican que se suspende por obras que están haciendo en la carretera y caen piedras al río. Hacemos esos 10 km corriendo hasta la siguiente transición donde nos esperan las bicis y Abel dándonos ánimos.
Llegamos a lo alto de la montaña, cuadramos con el equipo francés el cual toma un camino equivocado y los dejamos atrás en la bajada. Vamos pasando valle tras valle entre grandes montañas, pueblos, gente y más gente, coches que nos pitan, vistas espectaculares de laderas todas con terrazas, como decía Xoel:
-Parece que es en 3D.
Los kilómetros van pasando, nos damos cuenta que esta sección no puede tener el desnivel que decían, se hace llevadera, y las subidas son cómodas. En esto pasa una pickup al grito de -¡vamos chicos! Es Abel en la parte de atrás. Se queda un ratín con nosotros animándonos, preguntando qué tal estamos y grabando.
Me sorprende mucho la gente, todos los niños se acercaban a saludarte con una sonrisa de oreja a oreja, y si parabas te preguntaban si podían hacerte una foto.
La organización había montado un campamento con tiendas de campaña para que los equipos pasaran la noche, pues aquí había una Dark Zone. Todo equipo que llegará pasadas las 18:30 de la tarde no podría salir al rafting, pues era la hora en la que se hacía de noche. En este momento estábamos 6º, solo un equipo había entrado al rafting.
Guardamos las bicis nos cambiamos, aprovechamos para comer bien y nos fuimos a dormir. Al día siguiente en teoría se saldría a las 6:30 de la mañana, pero a esa hora no había ni una embarcación lista, así que la organización nos dijo que nos acostáramos que nos despertaban cuando estuviera todo listo.
Un par de horas después nos despiertan, hemos dormido unas 9 horas, todo un lujo en estas carreras. Saldremos al rafting en el orden en el cual llegamos a la transición, es decir 6º. Antes de salir Mar nos dice que no se encuentra muy bien del estómago…. Veremos cómo va evolucionado.
¡¡Al agua patos!! Empieza la segunda sección de rafting, 44 km por delante.
Esta vez el río es totalmente diferente al anterior, empezamos por una zona muy salvaje donde no se ve civilización y el río va muy encañonado entre grandes montañas, abruptas y verdes. Nos pasa algún equipo que rema más fuerte que nosotros, nos cambiamos de lado para no remar siempre en la misma postura y vamos avanzando entre grandes rápidos y zonas con mucha corriente.
A lo lejos vemos un equipo que está parado en la orilla, la carrera empieza a hacer mella en nuestros contrincantes y parecen que también tienen problemas estomacales. Mar sufre como una bellaca encima de la embarcación con grandes retortijones. Cuando quedan 10 km para acabar esta sección, en una baliza, nuestro guía se baja. Mar aprovecha para esconderse un momento entre los matorrales. Ahora nos toca continuar remando por una zona de aguas plana.
Llegamos a la transición. Estamos todos los equipos juntos. Hay que ser muy rápido, es nuestra oportunidad para coger ventaja. Nos cambiamos rapidísimo, Jota y yo pintamos los mapas mientras Mar aprovecha para ir al servicio, Xoel acaba de llenarnos agua en las mochilas y nos vamos. No hay tiempo que perder. Adelantamos a varios equipos. Por delante el último trekking del raid, 58km con 5000m de desnivel.
Mar va tocadilla, se toma dos compriidos a ver si mejora y le llevamos todo el peso que podemos: saco de dormir, ropa….
Ella carga en su mochila lo esencial, comida y agua. Al poco pasamos al equipo francés, seguimos corriendo. Bajamos hacia el río, cuando vemos a una persona con un poncho llamativo agachado al lado del puente colgante, es Abel que está esperándonos intentando resguardarse de la lluvia, nos dice que vamos genial y que estamos terceros. Eso nos da ánimos para mantener el ritmo alto.
Abandonamos la carretera y nos adentramos en una zona encañonada, tenemos que ir pegados al margen de un pequeño río. El avance por aquí es lento, hay que ir peleando con la vegetación y con cuidado de no resbalarse. En esto, ante nosotros aparece una pequeña y vieja escalinata de piedra en la pared, que prácticamente sube en vertical. La miramos, vemos el mapa…. Con suerte nos puede llevar a un canal de agua que hay varios metros más a arriba, si lo cogemos podemos correr un tramo largo saltándonos un gran meandro, pero hay un túnel de casi 1km de largo que no sabemos si estará abierto… ¡Es momento de arriesgar!
Subimos las escaleras y llegamos al canal, se puede correr por el margen, avanzamos cómodos. Llegamos al túnel, la suerte está de nuestra parte, está abierto. Vemos la profundidad del agua, hasta la cintura, perfecto. Frontal a la cabeza y todos al agua. Uno detrás de otro vamos adentrándonos en el túnel, el agua trae bastante fuerza y se nota al avanzar. Empiezan a sobrevolar sobre nuestras cabezas algún intrépido murciélago, pero conforme nos vamos adentrando son más y más, cientos de ellos revolotean a nuestro alrededor y nos golpean, tenemos que ir agachados y cubriéndonos las cabezas, se te agarran a los hombros, algunos caen al agua, estamos en medio de una nube de murciélagos. El techo del túnel es totalmente gris, miles de murciélagos habitan allí dentro. Al fondo vemos un punto de luz que poco a poco se va haciendo más grande, es la salida, la jugada nos salió bien. Continuamos corriendo por el muro del canal hasta que se volvemos a llegar a la altura del río.
Tocaba ir muy muy atento intentando seguir el camino bueno, sin desviarse ni un ápice, fijándose en las huellas que habían dejado los dos primero equipo sobre la tierra mojada. Aun así, en muchas ocasiones el camino desaparece entre la vegetación o entre las rocas que tocaba trepar, un verdadero laberinto sin pistas que te guiarán hacia la ruta correcta, solo el rumbo de la brújula te daba una mínima pista y en muchas ocasiones no era fiable.
Concentrados al máximo y dando algún que otro ida y vuelta vamos ascendiendo, tras varias horas de incesante rastreo llegamos a un sendero un poco más ancho. Empezamos a ver algo de basura en los márgenes del camino, eso solo puede decir que estamos bien. Efectivamente, al poco llegamos al templo. Toca bajar, descendimos un tramo del camino que nos llevó a la cumbre. Llegamos a un cruce donde no nos cuadra nada, damos vueltas y vueltas intentando cuadrar bien el rumbo que tenemos que fijar. Al final logramos trazar bien la dirección y descendemos por el medio del bosque intentando ir lo más rápido posible para entrar en calor pues hace muchísimo frío, vamos con toda la ropa que tenemos puesta. Llegamos a un grupo de casas donde aprovechamos para parar un momentito, coger agua, comer algo y retomamos la marcha. Empieza a salir el sol cuando nos encontramos en el último tramo de la sección por una pista ancha que nos lleva hasta la última transición.
Seguimos terceros, no hay que detenerse pues no sabemos a qué distancia tenemos a los cuartos clasificados. Todo lo rápido que podemos nos cambiamos, montamos las bicis para la última sección, cogemos el material, pintamos los mapas y salimos. Siempre viendo por el rabillo del ojo por si aparecían nuestros rivales.
85 km nos separaban de la ansiada línea de meta, ese momento tantas veces antes soñado, ahora no podíamos fallar.
Empezábamos la sección con una larga bajada, el sol empezaba a apretar y el terreno había cambiado radicalmente, detrás habían quedado aquellas verdes montañas, ahora íbamos por zonas algo mas áridas, secas y de paisajes marrones. Pronto toco volver a subir, una larga subida que parecía que no se acababa. Todo el tiempo mirábamos montaña abajo por si veíamos a los 4º clasificados, pero ni rastro de ellos. Poco a poco fuimos subiendo, quemando los últimos kilómetros de este raid. En el horizonte podíamos ver toda una cadena montañosa inmensa, que no tenía fin, era el Himalaya en todo su esplendor.
A escasos dos kilómetros de Shimla nos adelanta un todoterreno pickup de la organización y en la caja trasera, de pie y todo eufórico estaba Abel, animando y grabando hasta que llegamos a la entrada de la ciudad. Última baliza.
Solo nos quedan 10 km. Vamos descendiendo por las calles de Shimla, entre el tráfico incesante, sorteando a los peatones, a las vacas, poco a poco nos alejamos del ajetreado centro. Seguimos bajando, una curva más, una pequeña subida, un par de pedaladas más por esas calles estrechas y ya vemos las banderolas con el logo de Expedition India danzando al son de la brisa que circula en lo alto de la montaña…
¡¡¡META!!!!
¡¡¡¡SIIII, METAAAAAAAAAA!!!!!
Champangne descorchado, saltos de alegría, lágrimas de felicidad derramadas, abrazos infinitos y euforia descontenida, lo habíamos logrado.
Éramos 3º en una copa del mundo, un sueño que se hacía real después de 450 km y 78 horas de carrera. Tocaba celebrarlo como se merecía y disfrutar de lo conseguido, disfrutar de Shimla, de India; de su entorno; su comida y sus costumbres; de sus olores y sus colores.