Ya han pasado casi dos años desde nuestra aventura en Sudáfrica y aprovechando esta situación de cuarentena os voy a contar lo que para mí fue la carrera más dura y la que más me ha marcado de lo que llevo en este deporte, muchos me habéis preguntado a lo largo de este tiempo que tal en Sudáfrica y muchos no sabéis lo que realmente paso allí, pues aquí va una pequeña crónica de lo vivido, más vale tarde que nunca 🙂
La carrera se disputaba en la región sudafricana de Namaqua West Cost, entre los días 18 y 27 de mayo de 2018. El equipo estaba compuesto por Quiñolas, Marcos, Mariana y yo.
Partimos de Galicia los tres chicos en furgoneta hasta Madrid, donde cogíamos un avión haciendo escala en Estambul, y después de un segundo vuelo de 11 horas llegábamos a Ciudad del Cabo. Allí nos encontramos con Mariana que venía desde Brasil. Al poco llegaba la organización con Heidi a la cabeza, y los demás equipos participantes, donde me pude reencontrar con mis amigos argentinos. La organización nos lleva en autobús desde Ciudad del Cabo a Namaqua, punto neurálgico de la carrera, llegamos de noche al hotel, así que nos vamos directamente a descansar.
Al día siguiente toca empezar a preparar todo lo necesario, pasar el control de material, foto del equipo y acudir al brefing, donde nos dieron detalles de la carrera y puntos a tener en cuenta. Por la noche hay una cena de bienvenida donde estamos todos los equipos, quedan pocas horas para la salida y eso se nota…
Nos levantamos muy temprano ya que nos trasladaban en autobús hasta la zona de salida, en la costa. Ante nosotros un día desapacible, frío y gris, la lluvia parecía que iba a hacer acto de presencia en cualquier momento.
A las 10 de la mañana se daba el pistoletazo de salida con un trekking de 19 km por una zona de playa y acantilados. Esto solo era el preludio de lo que nos esperaba, teníamos por delante 550 km y un máximo de 7 días para completar el recorrido.
Al finalizar la primera sección, junto a la desembocadura de un río, cogíamos los kayaks para hacer la segunda sección, 50 km río arriba, afortunadamente casi no hay corriente y se avanza bien. Cuando faltan unos 15 km tenemos que realizar un porteo para superar un pequeño dique, momento para estirar las piernas, ya que llevábamos varias horas sentados.
Poco a poco el río se va haciendo más estrecho y nos topamos con árboles caídos sobre el cauce del río, al pasar uno de estos árboles, Marcos y yo vemos que en una de las orillas del río hay un cadáver humano flotando entre los juncos. Se hace de noche y llegamos casi al final de la sección, toca salir del río y realizar un porteo de algo más de un kilómetro hasta llegar a una parte de la transición, donde dejamos los kayaks y seguimos el camino iluminado con antorchas hasta una bodega de vino donde tenemos nuestras cosas. Nos cambiamos, pintamos los mapas de la siguiente sección y salimos.
Primera noche de carrera, sección de trekking de 37 km por una zona abierta y árida donde la navegación es fundamental, hay que ir muy finos, pues es muy fácil desviarse de la ruta. Aquí nos damos cuenta de que la declinación magnética es importante y la desviación entre el norte de la brújula y el norte del mapa es de unos 20º, esto nos complica un poco el avance y tenemos que dar alguna vuelta de más, pero vamos avanzando. Para mí sin duda una de las secciones en las que más sufrí, las sensaciones no eran nada buenas físicamente. Pablo se empieza a quejar de la espalda, diciendo que le ha dado un pequeño pinchazo en el porteo del kayak.
Con las primeras luces del alba llegamos a la transición, donde nos esperaban nuestras cajas con las bicis, comimos, nos cambiamos y cogimos todo lo necesario para la siguiente sección. Nos esperaba una BTT de 200 km en la cual teníamos que llevar obligatoriamente 5 litros de agua encima, ya que se preveía calor y no habría sitios donde coger agua, más el material obligatorio y la comida.
Salimos por una carretera, las bicis se notaban muy pesadas por la cantidad de material que teníamos que portear, pero vamos avanzando, cruzamos una vía de tren y nos adentramos en una planicie la cual está toda embarrada y nos es imposible ciclar, toca portear, saltar alambradas con corriente y hacer un esfuerzo por no resbalarse en aquel barro pegajoso. Es en esta zona donde Pablo se vuelve a quejar de la espalda, diciendo que le duele mucho, entre que ya estaba tocado y los porteos se acaba de fastidiar. Decidimos parar un momento, se toma un ibuprofeno y un paracetamol y esperamos un ratín a ver si le hace efecto.
Al poco retomamos la marcha, logramos salir de la zona embarrada y podemos empezar a rodar otra vez encima de la bici, es aquí donde Pablo, lleno de rabia e impotencia nos dice que no puede, que le duele muchísimo al pedalear. Sin mucho margen para hacer nada decidimos llamar a la organización, les decimos donde estamos y viene a buscarnos. Mientras esperamos surge la idea de seguir nosotros tres, Marcos, Mariana y yo. Estaríamos fuera de carrera, pero ya que estábamos allí, seguir y disfrutar de Sudáfrica. Le preguntamos a Pablo si no le parece mal, su respuesta fue un contundente SI, SEGUIR. Esperamos a que llegara la organización y le comentamos nuestra idea por si hubiera algún problema por su parte, ninguna objeción. Nos despedimos de Pablo y retomamos el camino.
Al poco de separarnos de Pablo, la noche empieza a caer sobre nuestras cabezas, (las noches eran muy largas, se ponía el sol a eso de las 18:30 y hasta las 8:00 más o menos no volvía a hacerse de día). Nos ponemos los frontales y nos toca otro gran porteo, tenemos que subir a lo alto de una montaña para encontrar el camino que nos permita continuar, un porteo de unos 600m de desnivel positivo en los cuales no había camino, solo arbustos y piedras con lo que te tienes que pelear para hacerte un hueco y lograr pasar. Muchos equipos juntos en esta zona, todos maldiciendo en sus respectivos idiomas. Logramos llegar al camino, picamos la baliza y empezamos a rodar otra vez en bici y a avanzar.
En medio de esta sección, teníamos un punto de avituallamiento donde podíamos comer un poco de pasta e incluso parar a dormir si lo necesitábamos. Al llegar vemos que hay varios equipos durmiendo, nosotros decidimos comer y seguir, nos veíamos fuertes y con ganas. Salimos, como si no hubiera un mañana, rodando por pistas anchas que nos permitían avanzar mucho y muy rápido, pasando a equipos, nos encontrábamos muy bien. Transcurridas un par de horas Marcos me pregunta si hay algún sitio donde poder parar a dormir un rato, pues le está dando el sueño, echo un ojo al mapa y parece que a unos 10 km hay unas edificaciones, decidimos avanzar hasta allí y ver si hay algún sitio donde poder resguardarnos, pues la noche estaba fría y desapacible. Encontramos un cobertizo con un tejado y tres pareces, allí nos tiramos, media hora de reloj y arriba.
Al despertarnos estaba lloviendo un poco, retomamos la marcha, esta parada a Marcos le hizo bien y va más espabilado, a mí me deja un poco atontado, estaba más despierto antes que ahora, pero se pasará. Voy leyendo el mapa y Marcos nos indica –¡Cuidado con la verja! Al alzar la vista veo que me estoy saliendo de la pista, y sin margen para la maniobra muerdo el polvo dándome un golpe fuerte en una rodilla y rompiendo el porta mapas.
Continuamos toda la noche, la lluvia por momentos se hace más intensa, ya con las primeras luces del día la lluvia cesa, casi estamos acabando esta sección eterna, pero aún nos queda un gran puerto de montaña, nos va dando el sueño encima de la bici, yo me caigo dos veces, no es momento de parar a dormir, hay que llegar a la transición, coronamos el puerto y nos tiramos pista abajo hasta llegar a un pequeño pueblito donde tenemos las transición.
Llegamos exhaustos, cansados y con sueño. En este punto llevábamos unas 48 h de carrera. Guardamos las bicis en las cajas, se las entregamos a la organización. Comemos algo y nos echamos a dormir, decidimos que serán 2h y 30min. No teníamos la certeza de si seguiríamos, estábamos algo tocados. Pasados 2h 20min me despierta Marcos.
– Adri, arriba, ¿venga seguimos?
Me duele algo la rodilla de la caída de la noche, pero no es grave, ¡¡VENGA CONTINUAMOS!!!
Es mediodía, nos calzamos las zapas, mochilas a la espalda, bastones en mano y empezábamos un trekking de 40 km de montaña. El inicio es por una zona encañonada súper bonita, poco a poco nos adentramos en la montaña, tenemos que abandonar el sendero para hacer un rumbo montaña arriba e intentar caer en otro senderito el cual nos dejaría a los pies de un pico de 2000m de altitud donde encontraríamos una de las balizas. Aquí nos encontramos con varios equipos, se está haciendo de noche, nos ponemos los frontales y subimos. La cumbre es fría, hace viento y llovizna, sin perder un minuto volvemos a bajar, no podemos perder tiempo allí arriba.
Ahora tenemos que descender hasta la transición, es de noche, avanzamos por un senderito pequeño y no podemos más que vislumbrar las siluetas de las montañas, parece un entorno precioso, pero la noche no nos deja disfrutar de sus vistas.
Alcanzamos la transición, es de noche y hace bastante frío, montamos las bicis, dejamos las mochilas puestas y nos echamos a dormir en una tienda de campaña que tiene lista la organización. Descansamos 1h 30, al levantarnos comimos algo rápido arrimaditos a una hoguera que tenía la organización y nos daba algo de calor y nos quitaba la tiritona.
Teníamos por delante una sección de bici de 90 km la cual empezábamos en una subida fuerte, rápido volvimos a entrar en calor. Empezábamos a ver los primeros signos de luz por el horizonte mientras pedaleábamos pegados a un gran cauce de un rio, el cual iba casi seco. Era una sección rápida en la que se avanzaba bien. Cruzamos un pueblito por una carretera, uno de los sitios que más me llamó la atención. Al lado izquierdo grandes casas con su muro alto infranqueable y arriba de todo dos cables electrificados, en el margen derecho un gran poblado de chabolas echas con chapa…
Llegando al final de la sección subíamos una zona de prados con pequeñas colinas, justo cuando llegamos al alto de la última colina nuestro paisaje cambia drásticamente y ante nosotros se extiende una gran planicie de sabana con 3 mesetas; parte alta plana, gran pared vertical y acabando en falda…. Una de las vistas más espectaculares de esta carrera. Bajamos hasta la planicie, cruzamos parte de ella y en medio había dos casas, allí estaba nuestra transición.
Hacía mucho calor, metemos el arnés y el casco en la mochila, ropa, agua y comida para 24 horas de un trekking de 60km. Empezamos avanzando por un río seco donde podemos ver babuinos y algún rastro de leopardo. A las 18h llegamos al inicio del cañón donde tenemos una baliza. La organización nos había dicho que teníamos que ir por el cauce seco del río, sin poder salir de él. Son unos 20km de infierno, cantos rodados que no te dejan avanzar, pareces verticales por las que no puedes salir, vegetación densa y con grandes pinchos, una verdadera tortura….
Al poco de hacerse de noche nos encontramos con 4 equipos más en una zona que la vegetación no nos permitía avanzar y no encontrábamos el paso, busca, para un lado y para otro a lo ancho del cañón y nada…. Hasta que en un intento desesperado nos adentramos en los arbustos como si de jabalís nos tratáramos y logramos avanzar…. Estamos solos, los demás equipos quedaron atrás…. Seguimos avanzando toda la noche por el cañón esquivando la vegetación, buscando la mejor zona para avanzar y con el gruñido del leopardo resonando en las paredes de piedra de ese antiguo río, ahora seco.
Al amanecer logramos salir del cañón, más de 12 horas para avanzar escasos 20km. Estamos con 2 equipos que se están jugando un puesto alto en la clasificación, los dejamos marchar, no es nuestra guerra. Continuamos con lo nuestro hasta que encontramos un camino, avanzamos hasta llegar a una casita donde nos desviábamos del camino para subir campo a través durante varios kilómetros hasta lo alto de una montaña. Hacemos un primer intento por donde teníamos marcado en un inicio. Llegamos a un punto donde nos es imposible continuar, volvemos sobre nuestros pasos e intentamos subir por otro itinerario, vamos avanzando entre la vegetación, lento, pero avanzamos. Pasamos por debajo de un cortado, desde lo alto los babuinos nos miran.
6 de la tarde, Marcos se va a buscar el camino, yo me quedo con Mariana y la mochila de Marcos encima de la roca donde estábamos, aprovecho para comer algo, lo poco que me quedaba, ya llevamos más de 24 horas en esa sección. 18:30 la noche empieza a hacer acto de presencia y Marcos no aparece, me empiezo a preocupar, Mariana en cambio está tranquila. 19:00 ya es noche cerrada y la niebla hace acto de presencia, Marcos sigue sin dar señales de vida. Lo llamo a gritos pero la única respuesta que obtengo es el silencio. Le digo a Mariana que nos tenemos que mover y nos desplazamos hasta el último punto donde lo vimos, empieza a llover. Mariana se cubre debajo de un árbol con la manta térmica mientras yo sigo gritando su nombre sin recibir respuesta, los minutos siguen pasando. Intento llamar a la organización con el teléfono, no hay cobertura. Quiero pulsar el botón de S.O.S de nuestro GPS, pero Mariana no quiere, tenemos una pequeña discusión pues ella dice que estamos bien, pero yo estoy preocupado por Marcos, se fue sin nada más que lo puesto y el frontal.
Sigo llamando a gritos por él, en una de estas llamadas escucho una contestación que viene desde abajo, es un equipo Sudafricano. Cuando llegan a junto nuestra les contamos lo sucedido, y le pedimos que nos dejen llamar por teléfono. Su móvil tampoco funciona, nos recomiendan que pulsemos S.O.S y así lo hago. Decidimos ir con ellos hasta el rapel, pues habría organización y podríamos contarle lo sucedido. Allí ya no hacíamos nada.
En estos momentos me encontraba bastante desesperado por la situación de Marcos, no sabíamos nada de él desde hacía un par de horas.
Avanzamos por una zona escarpada hasta que llegamos a lo alto de la montaña, esta se vuelve muy plana y con muchos caminos, todos haciendo cuadrados entre zonas de cultivo, sigue lloviendo. El equipo Sudafricano nos dice que tiene que parar porque tiene mucho sueño y se resguardan en una especie de cobertizo, nosotros decidimos continuar. Es en esto que me doy cuenta que la mochila de Marcos, la cual llevo delante, tiene algo que está haciendo interferencias en la brújula, desviándome el Norte 45º. El camino por el que creía que íbamos no me cuadra, está todo mal, no sé dónde estoy, me derrumbo y me arrodillo en el suelo desesperado mientras la lluvia y la niebla nos envuelve en una noche totalmente cerrada.
Se lo cuento a Mariana, la cual intenta tranquilizarme. Volveremos sobre nuestros pasos hasta el último cruce a ver si soy capaz de reorientarme, es entonces cuando suena el teléfono, es la organización a la cual estuvimos intentando llamar todo el tiempo. Le cuento lo sucedido, me dicen que estemos tranquilos que no nos movamos que hay un 4×4 en camino. Esperamos allí y al poco vemos los dos focos del coche, es Stephan el director de carrera. Le contamos lo sucedido y damos una vuelta por la zona con el coche por si vemos a Marcos, inconscientemente me voy quedando dormido por momentos. Marcos no aparece y deciden bajarnos hasta la zona de la meta, a nuestro hotel. Es de noche y no se ve nada a causa de la niebla, es tontería seguir ahí. Llegamos a eso de las 6.00 de la mañana al hotel. Pablo nos está esperando, ya conoce algo de la situación, se lo volvemos a contar todo, nos tranquiliza y nos dice que durmamos un rato que por la mañana se montará un equipo de rescate. Nos tumbamos en cama, y a las 8 me despierta Estivel pidiéndome que vaya al centro de competición donde están montando un equipo de rescate y quieren saber bien donde nos separamos.
Tras hablar con ellos y contar todo otra vez, se monta el equipo, en el cual nos encontramos Pablo Estivel y yo. Nos desplazamos en 4×4 hasta el punto más cercano, después tocaba caminar. Nos dividimos en dos grupos, para abarcar más terreno, nosotros nos vamos hacia la zona donde nos habíamos separado. Llamando a gritos a Marcos, no obteníamos respuesta, podía estar en cualquier sitio, incluso al lado nuestra, entre arbustos y no lo veíamos. Era un terreno abierto enorme… las horas pasaban y el tiempo corría sin detenerse, ya eran las 12 del mediodía y seguíamos sin noticias de Marcos, se me pasaban mil cosas por la cabeza, intentas ser positivo pero ves que el tiempo se va, que al día siguiente coges el vuelo para España y no sabes nada de tu compañero, – ¿Seguirá vivo? – No me voy de aquí sin él. – ¿Como explicó yo esto en Galicia?
Queríamos contactar con la organización para pedirles que sacaran el helicóptero, seguíamos sin cobertura móvil ni de walkie talkie. Empezamos a volver hacia el punto de encuentro con el otro grupo, y al entrar de nuevo en la zona de campos vemos un 4×4 con el logo de la carrera a lo lejos, le hacemos gestos para que nos vea, al llegar hasta nosotros nos dice que Marcos apareció y que está bien. ¡¡No puedo más!! Me arrodillo en el suelo y rompo a llorar como no lo había hecho nunca. Pablo, llorando, me abraza y me da ánimos.
Nos montamos en el 4×4 que nos lleva hasta el punto de encuentro con el otro grupo y esperamos un poco por ellos.
Fue aquí cuando me empezó a doler todo el cuerpo de 6 días de carrera, el cansancio y sueño hizo presencia en mí. Cuando llegan les contamos lo que paso y nos fuimos todos para el hotel. Allí nos reencontramos con Marcos, abrazos de felicidad al saber que estaba bien y que volvíamos a estar todos juntos.
Y claro, ahora os preguntareis que fue lo que le pasó a Marcos…
Pues bien, cuando decidió separarse de nosotros (llevábamos muchas horas sin dormir y ni él ni yo supimos decir no a esa idea de ir a buscar el camino) avanzo por esa zona agreste antes de llegar a los caminos, y llego un momento que se perdió, que no era capaz de volver a donde estábamos, de noche, con niebla y sin mapa…
Al final acabo en un camino, como vio que estaba liándola decidió parar hasta que saliera el sol al día siguiente y se metió debajo de un árbol, pero se mojaba, entonces busco otro refugio, metiéndose debajo de una roca y amparado por unos arbustos. Como estaba un pelín alejado del camino dejo colgado de un arbusto su peto de carrera, por si alguien pasaba por allí que lo viera. Durante la noche se hizo una micro tienda de campaña con la camiseta, para aprovechar el calor de su respiración y poder calentarse, pues hacia frío. Al amanecer se puso en marcha, encontró un saco de plástico y lo usó para hacerse una camiseta y empezó a caminar…. Hasta que tuvo la suerte de empezar a ver huellas de zapatillas en la arena, solo podían ser de los raiders. Decidió seguirlas y lo llevaron hasta el rapel. Tan pronto llegó, todo el personal allí presente sabían de su situación y lo arroparon, le dieron de comer y de beber. Le dijeron que nosotros estábamos bien.
Le preguntaron si quería hacer el rapel, para evitar que un miembro de la organización diera una vuelta muy grande para ir a buscarlo. Cerca de la base del rapel estaba la última transición a la cual se desplazó andando y desde allí lo llevaron en coche hasta el hotel.
Solo nos quedaba una sección de 45 km de BTT para haber acabado esta carrera, pero estas cosas son así, el no dormir pasa factura.
Pocas veces he estado tan al límite física y mentalmente, pero estas vivencias son lo bonito de este deporte, y aun hoy, escribiendo estas palabras me emociono con lo vivido en aquellas tierras del otro lado del mundo. Sudáfrica quedará grabada a fuego en mí.